El Circo en Llamas
CANSANCIO DE LA NADA
Actualizado: 17 jul 2021
Un diálogo entre las películas "The father", "Nomadland" y "El agente topo".
Por Sebastián Diez Cáceres

Es otoño. La cuarentena trastorna la sensación del tiempo. Ya no sé, por la nubosidad parcial, si son las 6 de la tarde o las 8 de la mañana. He almorzado a horas aberrantes. Pero eso, para quien desacostumbrarse es la costumbre −estado mental de un gitano, de un nómade ampuloso− es a la vez una idiosincrasia. Sin embargo, el ocio, el no-trabajo en un lugar fijo, se torna por momentos fatigoso.Por la cuarentena suspendieron mi contrato en la librería donde trabajaba. Uno se cansa de hacer nada. Puede eso también confundirse con un cansancio ante tanta nada o el tedio de la inmovilidad, sensación carcelaria o de zoológico. ¿Quizás sea así la vejez? Ese ritmo ralentizado, dormir menos pues el descanso se esparce en un estado de seminconsciencia a lo largo del día. Estar en un mismo sitio por horas, hablar lento. * Domingo. Un adulto mayor echado en el sofá. El estado de seminconsciencia más bien me lo contagiaba la albahaca que acababa de fumar. En el oficio de marihuano uno se topa con diversas denominaciones. Achicoria, cilantro. Tuve un dealer de hace muchos años que se refería a ella por el campestre nombre de “forraje”, para más encriptación de la sustancia aún ilícita; y digo aún, de paso, porque pienso que no tiene asidero ese punitivismo en su contra. Mi única abuela viva, sin ir más lejos, come galletas preparadas con la marihuana que cultiva en el jardín de su casa en la punta del cerro San Roque, Valparaíso, para sus dolores de espalda, una fractura irreversible en algún disco de la columna vertebral. Si no fuera por las galletas, el hígado lo tendría hecho un higo seco de tanto fármaco. * En el sofá fumo y en el gaseoso entusiasmo, como por hacer algo, decido ver las pelis que se acaban de ganar el Oscar el domingo pasado. En cuarentena todos los días parecen ser domingo. Fumo y por momentos los míos emulan los ojos perdidos de la tercera/cuarta edad. Pongo la película que he bajado de una página web pirata, buena calidad, supondría que 1080p. Un adulto mayor con cataratas ve en 144p. *
Anthony Hopkins en The Father (2020), y por cuyo rol protagónico ganó el Oscar a mejor actor, personifica a un adulto mayor al cuidado de su hija. Uno transita dentro de la mente senil y delirante de Hopkins desde las conversaciones con su primogénita que intenta explicarle que se va a otro país, que debe dejarlo al cuidado de una enfermera. En un enredo de secuencias e imágenes, confundiendo rostros y escenas, simulando su mente senil, acaba en un asilo. El desconcierto y la impotencia que expresa Hopkins en los zapatos de un hombre cualquiera de clase media alta al final de sus días es lo que le pareció a la academia que merecía el premio. El mismo Hopkins es el actor más longevo en recibir un Oscar en la historia,con 83 años; el segundo de su carrera luego de El silencio de los inocentes, cuando tenía 54. * Me dormí 15 minutos de la peli y no perdí el hilo. El sofá es una nube de algodónde azúcar. Invita a practicar el inemuri, aquella sana costumbre japonesa consistente en caer dormido donde sea. En el caso japonés, tanto en espacios públicos como privados. Por mi parte he practicado el inemuri estricto a lo largo de mi vida en los lugares más diversos. Cuando podíamos salir me dormía en casas ajenas, bares, plazas, micros. Me desenchufaba sencillamente, no había un tránsito al sueño, sino que era instantáneo. Efectos de evidentes borracheras o del clona o el cansancio. En el caso de las personas mayores, que suelen también practicarlo, se debe al exceso de fatiga de la nada o a retornar a los ritmos nocturnos de un bebé, que esparce sus momentos de sueño a lo largo del día y lanoche. Cansancio de la Nada. *
Lo que sustenta el argumento en The Father más bien son los cruces aberrantes que produce la senilia del protagonista. Todo transcurre prácticamente en la misma casa, casi. Se entiende cuando uno se entera de que es la adaptación de una obra de teatro del 2012 de Florian Zeller, dramaturgo francés contemporáneo y coguionista de la película. En la última escena vemos a un Hopkins resignado asintiendo a sus cuidadores del asilo. La incógnita que plantea la película no es por qué aquel hombre, que en principio se mostraba tan apto e independiente, acaba en un asilo en la desorientación total; sino el cómo, el proceso degenerativo de la percepción de la realidad y del tiempo, que lo va abrumando hasta no quedarle más opción que resignarse. Es un conflicto constante por la ontología necesaria para soportar una identidad. El llanto interrumpe el discurso hombre casi al final de la cinta. Es desgarrador el sonido de ese llanto, de algo irremediablemente perdido: la noción de realidad. *

A veces siento que estoy cada vez más curvo, desde que comenzara la pandemia, quiero decir. Eso de estar sentado más de lo aconsejado. Intento dar pasos circulares alrededor de mi pieza, a ver si ese ejercicio sirve de algo. A medida que el frío se asienta y los huesos se encandilan y se hacen presentes, porque el frío le otorga otra presencia al esqueleto, la inmovilidad se vuelve más intensa. Y la cantidad de abrigos, cápsulas que mantengan la temperatura, implican otro encierro.

Sofá. Es otoño. Se suele asociar el otoño con la senectud. La imagen pedagógica es la de las hojas del árbol que se secan y amarillean y caen. Así mismo el humano se arruga, empalidece y se postra. La situación hoy, más allá de la degeneración del cuerpo, es el virus que ataca de manera implacable a los mayores de 65 años. ARRP, un periódico español, refiriéndose a la situación mundial menciona: “una razón por la que la COVID-19 parece ser particularmente letal en los adultos mayores es la prevalencia de enfermedades crónicas. El 80% de los adultos mayores tienen al menos un problema de salud crónico.” * La película que veo al domingo siguiente es Nomadland (2020), que se llevó tres premios Oscar: además de mejor película; mejor directora a Chloé Zhao, de nacionalidad china, la segunda mujer en la historia en recibir un Oscar en esta categoría; y mejor actriz a Frances McDormand, el tercero de su carrera. La película corre el velo sobre la situación de los homeless (o houseless como precisa el personaje de McDormand casi al inicio de la cinta) en EEUU. La pobreza gringa se vive sobre cuatro ruedas. Los estacionamientos se han convertido en poblaciones callampas. Hay un documental bastante gráfico sobre la situación en youtube en el canal de la DW. Sin embargo, por otra parte, están los llamados vandwellings (algo así como vivir en una van) que manifiestan su opción por vivir de este modo como una forma de libertad y autosuficiencia práctica. Entre estos dos polos vive su desamparo McDormand (o Fern en la cinta) participando de estas tribus movilizadas a la vez que por momentos emprende el viaje sola, rozando la indigencia, dependiendo de los empleos por temporada disponibles. El primero de estos trabajos, luego de dejar atrás la ciudad en la que formó familiay que desapareció luego de morir su marido, fue un empleoen las bodegas de Amazon donde conoce a gran parte de los vanwellings con los que se toparáintermitentemente a lo largo de la historia. * El desamparo. Uno de los instantes más intensos del film es cuando el personaje de McDormand se entera de que su amiga nómada Swankie, en su tercera edad, está enferma de cáncer y que el viaje a través del país lo decidió como una especie de despedida, disfrutar de los pocos meses que le quedan de vida. Home on Wheels Alliance. Ambas formaban parte de la comunidad nómada dirigida por Bob Wells, que actúa de sí mismo en la cinta. Esta asociación comunitaria, por lo que se alcanza a percibir, intenta políticamente distanciarse del discurso hippie. Hay una secuencia decidora: cuando queman en la fogata de todas las noches una maqueta de una furgoneta hippie. Se explicita un distanciamiento de la libertad burguesa, aquella respaldada por algún pater familia, sea o no lejano. ¿Y tu familia?, le pregunta Fern a un hippie que hace artesanías con roca. Los nómadas no tienen familia. De cierta manera la perdieron o, aún más, la desecharon. *
Swankie existe. Es, tal como Bob, alguien que actúa de sí misma. Pero no está muerta. Pasolini, poeta comunista italiano, solía ocupar gente sin formación actoral en sus películas. Especie de etnografía ficcional. Swankie actúa su propia muerte, por presunto cáncer. "Yo misma nunca he tenido cáncer", dice Swankie. “Sin embargo, mi exmarido murió de cáncer cerebral, por lo que me emocioné durante el rodaje. Mi personaje es 99% yo. Soy ferozmente independiente y rara vez pido a otros que me ayuden, por lo que fue extremadamente difícil actuar como si necesitara la ayuda de Fern. Ese 1% estaba actuando". *
Hay un adulto mayor sentado en el sofá. Ve El Decamerón (1971). Ese soy yo. Mi actuación no profesional es hilarante. Ojos semiabiertos, movimientos lentos, palabras descargadas con poco oxígeno. Tazón con té chai humeandoante la nubosidad parcial de un día de otoño. No es que piense en la muerte,sino que, como dijera el chamán, pareciera siempre posarse en nuestro hombro izquierdo mientras susurra chistes negros o uno que otro bruto axioma. La muerte siempre está sentada en la sala de espera. Mi actuación domésticame enorgullece. Pier Paolo Pasolini solía ocupar actoresno profesionales en sus películascomo dispositivo propio del neorrealismo italiano, el acercamiento a una cotidianidad que el cine no había resaltado en lo poco que llevaba de vivo. Y la gestualidad es genuina. En El Decamerón, porejemplo, se muestran las dentaduras con ausencia de piezas de los proletarios, la habladuría propiade los barrios, el sudoren las sienes del laburo. El maquillaje no actúa en ningún plano. * Con la nominación de El agente topo (2020) para el Oscar a mejor largometraje documental la discusión se centró en dos asuntos particulares: ¿eran aquellos verdaderos abuelos o eran actores? ¿Qué pasa con la tercera edad en Chile? Un abuelo infiltrado por un detective va mimetizándose poco a poco con la idiosincrasia de un asilo de ancianos, real, llamado “San Francisco” y ubicado en El Monte, comuna de la Región Metropolitana. La razón de esta investigación es identificar el presunto maltrato a una miembro del asilo, para lo cual el abuelo infiltrado aprende una serie de técnicas detectivescas, entre ellas a usar el Whatsapp. Parece un non-sense que utiliza el género policial para contar otra cosa. Pero ¿qué crimen se está cometiendo realmente? * Piglia: lo interesante es notar cómo opera la ficción en la realidad. * Se sospecha el desamparo por el nulo interés de los hijos de volver a visitar a sumadre. En esta simbiosis se trafican sensibilidades: o son los dependientes del asilo que deploran las condiciones de la existencia de les adultes mayores (que es la hipótesis principal del detective) o son los parientes quienes justifican su abandono a través de eventos externos, que es lo que dilucida finalmente el abuelo infiltrado. “Acá está todo bien”, le dice en una de las tantas grabaciones intercambiadas entre detective y agente topo desde el asilo, “lo que pasa es que nola visitan nunca”. *
Hay una mujer en el asilo que escribe poesía. “No tengo ni papá ni mamá”, le conversa el agente topo y ella de vueltale recita: es tan santa la tumba de una madre/que no halla el corazón lugar tan santo/ cuando espina cruel tu alma taladre/ ve a derramar allí tu triste llanto. Versos de un poema escrito por el psicoanalista israelí Heinrich Neuman, titulado “Si tienes una madre todavía”. La poeta le comenta al agente que a la espera del júbilo de sus últimos años, creía que con sus cuatro hijos ya grandes, sería distinto, pero hela allí, en un asilo. El poema que recitara trata justamente sobre la incondicionalidad de la madre, a pesar de la indiferencia de los hijos. Hay allí una clave. La resignación. “Yo no los reprocho, si no vienen, no vienen nomás”, dice antes de entrar en un silencio contemplativo y terminarcon un: “es cruel esta vida después de todo”. * Dos escenas después vemos imágenes de su velorio y a una de las enfermeras del asilo leyendo el poema “Si tienes una madre todavía” de Heinrich Neuman, psicoanalista israelí. * Esta muerte, a diferencia de la de Swankie, es real. * Tanto en Swankie como en la poeta o en el hombre senil que encarna Hopkins, notamos un signo transversal: el desamparo, ya sea del sentido de realidad o de las condiciones de existencia. Experimentar ya a avanzada edad el peso de convertirse en un desecho del Capitalismo, sensación que también comparten con los locos, es una especie de transición ya moribunda hacia una muerte real: una etapa zombie, la de mantenerse muerto en vida antes de morir realmente. Le decían júbilo al merecido descanso luego del laburo pero resultó ser nada más que un padecimiento final. Los adultos mayores, en definitiva, representan para el sistema productivo nada más que números negativos. *
En cualquier caso, siempre cabe la posibilidad del suicidio. Pablo de Rokha se suicida a los 73 años. Kawabata se suicida a los 72 años. Maraia los 88. Virginia Woolf, casi a los 60. * ¿Y la eutanasia? ¿En qué momento entra en discusión la eutanasia en la situación de los adultos mayores? ¿Algo sobre el suicidio asistido? La muerte va sentada en el hombro izquierdo y te susurra secretos. * La sensación del tiempo se ralentiza. Se restringen los movimientos diurnos. Las personas mayores mueren. Tanto el panorama pandémico como la sensación interna de los adultos mayores delinean un nuevo paradigma. Una etapa transitiva. Si no se comienzan a reformular las nociones sobre el envejecimiento tanto culturales como políticas, quiere decir que nada se entendió de esta seguidilla de señales y reflexiones evidenciadas en lo que va de pandemia COVID19, propagación viral de las más infecciosas y mortales en cientos de años. Estos episodios históricos nos acercan a la muerte de otra manera y en ese encuentro se reformula el vivir, ese verbo intransitivo. La peste bubónica propició el desarrollo del sistemade alcantarillado a como lo conocemos hoy. Luego de la mal llamada Gripe Española (se originó en EEUU) se establecieron los protocolos de cuarentena y uso de mascarillas que hoy nos sontan comunes y frecuentes. * La muerte y la vejez. Las políticas concernientes a la muerte aún vacilan entre eltabú y el eufemismo. Es tanto más difícil introducirla en el lenguaje tecnocrático como enunciarla en la cotidianidad teniendo uno mismo familiares adultos mayores o cercanos a su encuentro. Por ejemplo, la Constitución aún vigente en Chile, diseñada por un cuerpo de hombres liderado por Jaime Guzmán,en su momento incurría en contradicciones conceptuales, funcionales en fin, que convertían al Estado en el dueño casi absoluto de la demografía de un país, no sólo propiciando la vida, sino que deteniéndola allí donde se manifestaba anómala (pena de muerte) e incentivándola mediante políticas públicas de reproducción, cuyo eje central sigue siendo la familia. La confrontación entre el derecho a la vida y la pena de muerte. El barbarismo de la pena capital seguía operando en Chile sustentado en lo que Guzmán nombrabaen una entrevista televisada, alternando una labia circunspecta con una monacal, como una “rehabilitación” no así una reinserción; el alma era salvada no así el cuerpo. No es hasta el mandato de Lagos en 2001 que la pena de muerte es revocada,pero la incongruencia entre gas católico y metal liberalaún persiste en la monstruosidad de Carta Magna que nos rige. * Vida y muerte. La disputa del aborto se centra aún en la evidencia científica que certifique cuál es el punto de origen de una vida. Del mismo modo, produjo un conflicto para determinar el punto cúlmine de la muerte, o de cuándo un cuerpo comienza a estarlegalmente muerto, en el momento de las políticas relativas a la donación de órganos: ya no era la detención del pulso del corazón como culturalmente se asumía (el tic tic que se transforma en un silbidomonótono en los cardiógrafos de hospital) sino la muerte cerebral. No cabe duda que el conocimiento científico está mediado por la ansiedad política. El caso es que cambiar el soporte constitucional se hace fundamental para repensar la muerte y hablar de ella sin la ambigüedad liberal cuya pulsión devoradora cobra otro cariz ante la defensa de la vida. Se defiendela vida a como dé lugar, con la ceguera insuflada por cierto puritanismo aún operante, independiente del sufrimiento y dolor que la vida misma supone en contextos específicos. La muerte sólo es permitida cuando se rompe la ley. *
Ocho días antes del estallido de octubre del 2019, la sección de noticias del SENAMA informaba lo siguiente: “Según cifras del Ministerio de Salud, 1.800 personas se suicidan al año en nuestro país, tasa que es liderada por las personas mayores. Entre quienes tienen 80 años y más, este índice aumentó en 133%, siendo el grupo etario donde más creció,pasando de 27 casos a 63. Lo siguen los adultos mayores de entre 60 y 69 años, entre los cuales los suicidios se incrementaron un 76%.” El artículo complementa algunas causas: faltas de redes de apoyo y la demencia. Es común la inanición, quizás la única manera de suicidarse cuandoel cuerpo ya no responde: dejar de comer. *
Albert Camus en El revés y el derecho: “Le contaba sus desdichas muy animada: había llegado al final del camino y no hay más remedioque cederles el sitio a los jóvenes.
¿Que si se aburría? Claro que sí. Nadie le hablaba. Estaba metida en un rincón como un perro. Más valía acabar de una vez. Porque prefería morirse a tener que depender de alguien.”
*
Mientras escribo este texto, la pandemia del COVID19 ha matado a 25 millones de adultos mayores en el mundo.