El Circo en Llamas
UNA PALABRA. UNA BLUSA. VARIAS INVOCACIONES.
Actividades de homenaje a Stella Díaz Varín al cumplirse 10 años de su muerte, convocado y organizado por la Editorial Punto G. junto a la Corporación Cultural Balmaceda Arte Joven, la SECH y el Café Literario Santa Isabel de Providencia.
Por Fernanda Urrutia Barceló, artista visual.

La primera vez que oí sobre ella fue al escuchar en un cassette, el poema de la víbora que le dedica Nicanor Parra. Fue ahí que se instaló la pregunta y me pinchó la curiosidad. Al escuchar el poema, surge la inquietud ¿quién era esta mujer, esta Víbora que suscitaba esos versos? Segundo y más importante ya al saber que fue una poeta: ¿cuál es su legado poético?
Vi el documental “La pelirroja” y nuevamente el ruido. El énfasis estaba en el personaje y la escritura quedaba en silencio. ¿Cómo era posible obviar así el sonido de esa voz y los inmortales versos del poema “La palabra” y presentarla primero como una femme fatale, musa total e inalcanzable y luego la poeta punk en decadencia?
Primero le comenté a una amiga artista y performer de Punta Arenas esta impresión sobre la película. De cómo se reducía a la escritora y hacía énfasis en su seducción, irreverencia y alcoholismo, convirtiéndola así en un estereotipo. Ella que conocía a los realizadores del documental tomó partido por ellos arguyendo que los estereotipos no eran malos en sí mismos, que era una manera de aproximarse a ella como autora. Que ya llegarían nuevas visiones que pusieran el ojo en su escritura. No me parece, le dije y me quedé con el gusto amargo de no haber encontrado complicidad. Conocer una sola versión sobre Stella Díaz Varín, me parecía grosero. Y aunque solo recordaba del libro un poema completo me convertí en una detractora del documental y su mensaje sesgado.
Volví al tema con otra amiga. Nos encontrábamos compartiendo con Claudia Campodónico, y para sorpresa mía me comenta que ella y Stella habían sido buenas amigas durante sus últimos años, que se conocieron debido a su relación con el Poeta Javier del Cerro y que coincidentemente llevaba puesto una blusa que ella le había regalado. Luego del escepticismo inicial vino el entusiasmo, rápidamente comencé a imaginar una propuesta teatral con la voz, vestuario e iluminación centrados en los versos de Stella. Se lo describí a mi contertulia señalando distintos rincones del bar “Berries” en el que nos encontrábamos, ya que podría ser ahí mismo la puesta en escena. Esa vez sí encontré complicidad y si bien solo fantaseábamos era una visión bien elaborada de lo que debía ser, desde donde recibir la luz, conseguir permisos con los nietos e hijo, y quizá incluso que nos facilitaran más prendas. Un resumen de su vida y obra, y mención al “no te creo nada” gritado a boca de jarro a Lagos. Luego fue Balmaceda y la alianza con Editorial Punto G. y tres homenajes en vez de uno, además de la antología “Palabras escondidas” donde merece mención aparte el trabajo de Marcela Parra construyendo dos poemas distintos a partir del poema “La palabra” de Stella, iniciativas impulsadas por Fanny Campos, que lo resume todo en estas palabras:
Stella Díaz Varín a 10 años de su muerte